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jueves, 12 de mayo de 2016

Incremento de la obesidad y diabetes tipo 2


El incremento en la prevalencia de la obesidad y diabetes mellitus tipo 2 que se ha producido en las sociedades modernas en las últimas decadas ha ido paralelo a la reducción en el tiempo que sus habitantes pasan dormidos. Diferentes estudios epidemiológicos han demostrado que las alteraciones en la duración o en la calidad del sueño aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas, especialmente obesidad y diabetes tipo 2.
 El síndrome metabólico se caracteriza por adiposidad abdominal, dislipemia y elevación de la glucosa y de la presión sanguínea. El síndrome metabólico está fuertemente ligado a la probabilidad de sufrir eventos cardiovasculares, cáncer y muerte. Dado que el sí ndrome metabólico se está convirtiendo en una pandemia mundial, con tasas de prevalencia entre el 20% y el 30% entre la población adulta, la identificación de los factores de riesgo modificables asociados con su desarrollo es importante para la salud pública. Uno de esos factores parece ser el tiempo y la calidad del sueño.  
 El sueño es una necesidad humana básica y ocupa más tiempo de las 24 horas del día que cualquier otra actividad. Se ha observado que el sueño demasiado corto o demasiado largo o un sueño interrumpido o de mala calidad es un importante factor de riesgo para las enfermedades metabólicas, tales como la diabetes y obesidad, así como para hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular y motalidad.  
La corta duración del sueño y la mala calidad del sueño, cada vez más común en nuestra sociedad moderna, tienen muchos efectos en nuestro sistema endocrino y en la función metabólica. El sueño es uno de los principales mecanismos para la liberacion hormonal, regulación de la glucosa y control cardiovascular.
La cantidad y la calidad del sueño disminuyen con la edad, y el sueño es muy fragmentado en los ancianos, con interrupciones del sueño no REM, el cual ocupa el 80% del tiempo que dormimos y durante el mismo es cuando se producen la mayoría de los mecanismos de restauración del organismo.  La insuficiencia o privación crónica del sueño no sólo conduce a afectación física y mental, sino también contribuye al proceso de envejecimiento, y aumenta el riesgo de diabetes y obesidad. Los trastornos del sueño, como ocurre en la apnea obstructiva del sueño, interrumpen el patrón del sueño y empeoran su calidad.
La apnea obstructiva del sueño es el trastorno del sueño más frecuentemente diagnosticado. Se trata de una enfermedad crónica caracterizada por episodios repetitivos de obstrucción de la vía aérea superior, lo cual lleva a hipoxia intermitente, con las consecuencias que esto puede tener sobre los órganos y tejidos, y sobre el metabolismo.  
El síndrome metabólico es una constelación de alteraciones relacionadas con los factores de riesgo de origen metabólico, y su prevalencia está aumentando debido a la epidemia de obesidad. El síndrome metabólico se asocia con la mortalidad cardiovascular, ya que comprende factores de riesgo establecidos para las enfermedades cardiometabólicas. Datos recientes muestran una fuerte asociación entre las alteraciones del sueño y el síndrome metabólico .
 Las alteraciones características del síndrome metabólico son la obesidad visceral, la hipertensión arterial, la resistencia a la insulina y la dislipidemia, aunque ha habido diferentes definiciones. En lo que parecen estar todos de acuerdo es en que la resistencia a la insulina y la obesidad central son las fuerzas clave impulsoras para el síndrome metabólico , además de ser factores de riesgo cardiovascular independientes.  
Se han descrito diferentes mecanismos causales para explicar los cambios metabólicos y cardiovasculares secundarios a las alteraciones en la cantidad y calidad del sueño. Entre ellos están los cambios en los niveles circulantes de leptina y grelina, lo que da lugar a aumento del apetito (y consecuente mayor ingesta de calorías), a reducción en el gasto de energía y a descontrol glucémico.
En estos cambios también se ha implicado el aumento de la secreción de cortisol. Así mismo, en las alteraciones del sueño también se produce la activación de los factores de inflamación, y los niveles elevados de citoquinas proinflamatorias han sido considerados como factores que promueven la resistencia a la insulina.
 No sólo el acortamiento en la duración del sueño se ha relacionado con alteraciones metabólicas, sino también la duración excesiva del sueño. Hay varias razones posibles para el riesgo de síndrome metabólico de acuerdo con la duración del sueño. La hiperactividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal tiene un papel importante en la patogénesis del síndrome metabólico , y puede conducir a la falta de sueño o fragmentación del sueño, y a resistencia a la insulina.
El aumento de los niveles plasmáticos de melatonina y de cortisol pueden aumentar la somnolencia y producir alteraciones metabólicas. Por otro lado, también se sabe que las alteraciones del sueño y del metabolismo puede estar parcialmente en relación con influencias genéticas. Por lo tanto, parece que la duracion corta y larga del sueño están vinculadas al síndrome metabólico a través de diferentes vías.  
En conclusión, las alteraciones en la duración y calidad del sueño dan lugar a una serie de cambios hormonales y metabólicos que pueden conducir a obesidad, diabetes, hipertensión y, consecuentemente, a enfermedad cardiovascular y muerte.

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